Si Ucrania abandonara su corrupción endémica y se convirtiera en una democracia europea exitosa (como tantos otros países del Este han logrado), aunque no supondría un riesgo militar para Rusia, sí supondría un desafío político para Putin.
Por Enrique Sánchez. 04 febrero, 2022. Publicado en Correo, el 4 de febrero de 2022.Tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo (1914), el ministro de Asuntos Exteriores del Imperio austrohúngaro, el conde Leopold Berchtold, quería guerra contra Serbia. Y, en acuerdo con el jefe del Estado Mayor imperial, hizo todo lo posible para conseguirla. La clave fue el ultimátum que envió a Serbia, con condiciones humillantes y casi imposibles de aceptar.
Ese mismo año, ya iniciada la guerra, la esposa de Berchtold le confesó a un amigo: “El pobre Leopold no pudo dormir el día en que escribió su ultimátum para los serbios, por la preocupación de que fueran a aceptarlo. Varias veces a lo largo de la noche se levantaba y cambiaba o añadía alguna cláusula, para reducir el riesgo”.
No toda diplomacia busca la paz. A veces, no es más que un modo de ganar tiempo, de engañar al adversario (como Japón en 1941) o de lavar la cara ante la opinión pública, para no aparecer como culpable de la guerra (como USA en 2003, con Iraq). A veces, la diplomacia no es más que un teatro, que esconde la decisión ya tomada de ir a la guerra.
Nadie sabe qué hará Putin. Pero el incremento continuo de tropas, y las enormes demandas (imposibles de aceptar, según muchos analistas) que ha impuesto en sus conversaciones con la OTAN, apuntan a una posible invasión rusa de Ucrania (esta vez, quizá más intensa y sangrienta que la de 2014). Ucrania ha decidido seguir acercándose hacia Europa. Y Putin parece estar dispuesto a todo para impedirlo.
Ucrania es el país eslavo más extenso después de Rusia. Y, si Ucrania abandonara su corrupción endémica y se convirtiera en una democracia europea exitosa (como tantos otros países del Este han logrado), aunque no supondría un riesgo militar para Rusia, sí supondría un desafío político para Putin. Mostraría a los rusos que los pueblos eslavos no están condenados al autoritarismo. Que otra política es posible.
Este es un artículo de opinión. Las ideas y opiniones expresadas aquí son de responsabilidad del autor.